miércoles, febrero 25, 2009

De tres dimensiones generales

CAIDA CON ENIGMA

El hombre cayó en la calle.
Completamente muerto.
La especie se desploma así,
verticalmente, sin mayores
complicaciones de estilo.
El drama es hasta allí
mecánicamente neutro, de tres
dimensiones generales.
Pero sopla el viento sobre el difunto
y le arrastra papeles inexplicables.

Joaquín Giannuzzi (de su libro Violín Obligado, 1984)

lunes, febrero 23, 2009

Taganga (escenas playeras)

¿Será verdad que existe el paraíso?
El acantilado ( o la caminata de dos horas a la playa)

Real, a pesar de todo

Babosa

Tarde de pescadores


Para un atardecer....

nada mejor que un licuadito


viernes, febrero 20, 2009

Un ramo de violetas

Siempre me gustaron las violetas. Cuando éramos niñas y la gente me preguntaba que flor te gustaría que te regalaran yo decía un ramo de violetas y me miraban raro. Son demasiado comunes, me decían, ni siquiera tienen perfume.

No me importaba, me gustaba lo que implicaba la pequeñez de un ramo. En general, otras chicas contestaban jazmines o margaritas; las románticas siempre se quedaban con las rosas y las más sofisticadas se animaban con los nardos o una magnolia, por su perfume.
Dicen que las flores más bellas que hay, son las orquideas; pero tengo que confesar que siempre las odié un poco. Me molestaba esa cosa elitista que conservan. Una vez, me regalaron una orquídea y no supe que hacer con ella.

Nunca le conté a nadie que me hubiera encantado que me regalaran violetas. Es algo que me guardé para mí. Creo que, en el fondo, deseaba que alguien lo descubriera solo, no que yo se lo tuviera que contar.
Y ahora, leyendo Agua viva de Clarice Lispector, leo:

“La violeta es introvertida y su introversión es profunda. Dicen que se esconde por modestia. No es así. Se esconde para poder captar su propio secreto. Su “casi-no-perfume” es una gloria sofocada que exige que la gente lo busque. No grita nunca su perfume. La violeta dice cosas leves que no se pueden decir.”

Etiquetas:

jueves, febrero 19, 2009

Bella Bogotá







martes, febrero 17, 2009

No hay placer más intenso que aquél que se sustrae

Transcribo parte de esta nota de la que hablaba en el post anterior:

"En el paisaje mental benjaminiano, las obsesiones son siempre imanes. No importa qué forma tomen. Un sueño de Kafka, una gruta, un museo de juguetes, el anaquel de algún bouquiniste o la incesante indagación detectivesca de la ciudad moderna, todo se transforma para él en una invitación a pasearse por esos bulevares imaginarios donde el deseo se yergue sin objeto y el sentimiento general de abandono...

Benjamin priorizó, no el valor utilitario del objeto, sino la escena donde éste encuentra su destino.

Quizá el rasgo más nítido de toda colección sea éste: en ella, lo que se busca es un encierro, una protección, un "ensoñadero": uno de esos lugares que -como el museo, la biblioteca, el gabinete o el poema- permiten albergar descubrimientos, rarezas, piezas únicas, es decir, presuntas huellas de una experiencia auténtica. He aquí un escenario proclive a la acumulación y la privacidad, simultáneamente adicto a lo infinitamente minúsculo y a lo infinitamente inasible, con que el yo cuantifica su deseo, lo ordena, manipula y carga de sentido.

...querer esto y lo otro y lo de más allá, acicateado por el fantasma de la pérdida y la interrupción, el coleccionista entiende pronto que eso que le falta, como en la escritura, relanza el deseo. No hay placer más intenso que aquél que se sustrae."

Etiquetas:

viernes, febrero 13, 2009

Fetichismos

Quizá es una consecuencia de la modernidad el hecho de realizar entrevistas.

Si bien la crítica literaria contemporánea dictaminó la Muerte del autor ocurre que hay una especie de fetichismo terrible hacia el "autor" de una obra que nos fascina, a tal punto que acaban de editar en inglés un libro que funciona como especie de inventario de todo lo que le interesaba a Benjamin.

Es rara esa necesidad de saber si el autor escribe a mano o a máquina, si tiene ritos de escritura, si corrige mucho, poco; como si tuviéramos una necesidad (inconsciente, por supuesto) de “apropiarnos” del autor, como si sintiéramos que el texto por sí solo no fue suficiente.

Algo un poco paradójico ya que la necesidad de “corporizar” al autor, el “deseo” de realizar una entrevista fue engendrado por la fascinación que ejerció el texto.

Ya es bastante obvio la fascinación que ejerció Con gusano sobre mi. (Como decía acá y acá). Así que pego fragmentos sueltos de la entrevista que le hice a Eduardo Ainbinder el año pasado.

¿Pensás que las cosas son distintas a cuando eras joven?. Por ejemplo, ¿creés que los jóvenes tienen un excesivo apuro por mostrar sus textos?

EA: ¿Cómo, ya no soy un joven? Creo que sin quererlo firmaste mi certificado de defunción. ¿Qué voy a hacer ahora? Bueno… que me excusen entonces si ya no voy a poder participar en la última, última antología de poetas en pantalón corto. Si, creo que los jóvenes tienen demasiado apuro, demasiada ansiedad, no solamente en mostrar sino en publicar lo que escriben. Esto creo que pasó antes y pasará siempre. No es un problema exclusivo de lo que pasa ahora y ni siquiera es exclusivo de los jóvenes. Aunque supongo que ahora está potenciado por los blogs, las ediciones independientes, las ediciones de autor, etc.

En El motivo es el poema Girri decía “Poetas atraídos por la ironía. Parten de que, obre uno como obre, la ironía es casi el recurso por antonomasia para ubicar las situaciones en sus genuinas perspectivas” ¿Cómo te situás frente a esta afirmación? Inclusive quizá más que la ironía en tu poesía funciona el sarcasmo, o el cinismo. Te parece que a veces el sarcasmo es más productivo para inducir al pensamiento que otro tipo de reflexiones?

En cierto momento de mi vida podía compartir la frase de Girri. Ahora, creo que los poemas del libro están aquejados, lamentablemente, por lo que un poeta ruso llamaba la enfermedad de la ironía. La ironía no puede ni debe ser excluyente. El sarcasmo sirve para pegar el portazo o dar la patada de elefante con relación a situaciones que nos desagradan, pero por si sólo no alcanza. Puede ser que en el momento de escribir los poemas haya pensado lo que vos afirmas. Ahora creo que el poema debe incluir otros elementos, sino todo se vuelve muy pobre, muy unidireccional.

Podría decirse que tu libro tiene un resabio kafkiano, ¿vos lo ves así también? Incluso también está la marca de un poeta como Girri, que aparece como epígrafe de tu primer plaqueta. ¿Reconocés su influencia? ¿Qué cosas te interesan de él? ¿De cuáles te distanciás?

El único resabio kafkiano que puedo llegar a tener son mis orejas. Por lo demás nunca fui un gran lector de Kafka. Lo que leí de él me parece casi humorístico. Cada vez que tengo oportunidad de releer “Ante la ley” o si recuerdo el comienzo de La metamorfosis, me muero de risa. Esos rasgos humorísticos y ese extraordinario poder de invención no lo encuentro en mi poesía. En cuanto a Girri, reconozco su influencia en el primer poema del libro y a lo sumo dos poemas más. Pero sólo se debe que a veces cuando estaba en la resolución de esos poemas, pensaba: esto habría que rematarlo de manera girriana, sería lo más apropiado. Me interesa la idea de un poema corto, de máxima concentración, casi con la tirantez de un soneto, pero algo más largo, con un poco más de libertad, aunque no demasiada. Lo que me interesa de Girri, es que nada en el poema es gratuito, uno puede ver en su poesía una inteligencia en acción, un plan. Casi nunca en su poesía uno puede decir; ¿cómo, esto era todo? Claro que a veces su inteligencia le juega en contra y el poema es sólo la puesta en escena de una idea o la conjunción de varias y no llegan a conformar un hecho poético. O digamos que a uno no lo convence. El poema tiene todo para serlo pero no llegar a serlo por una especie de encandilamiento que al poeta le produce su propia inteligencia. Eso hace que tome distancia de él y salga a buscar otros elementos; el humor, la gracia, cierta delicadeza, la emoción, que para mi están indisolublemente ligados a la poesía. Girri pensaba que la poesía era una especie de género superior. Yo no creo eso. Por supuesto la ambigüedad y la síntesis que logra la poesía puede llegar a ser inigualable, pero de otros géneros se obtienen otros destilados que uno no encuentra en la poesía.

¿Estás preparando un próximo libro? ¿Podes adelantar algo sobre el?

Cada vez que iba a lecturas de poesía me hacía gracia las presentaciones a los poetas o de ellos mismos diciendo: “y ahora voy a leer unos poemas inéditos”. Siempre me gustó mucho la idea del poeta ocasional, algo que quizá está en un escalón más bajo todavía que la del poeta menor. Quiero decir, el hecho de que haya escrito poesía durante todos estos años, no sé si quiere decir vaya a seguir escribiendo, por lo menos con la misma intensidad. Quizá dentro de algunos años reedite el mismo libro, un poco más desplumado, y con el agregado de alguna serie nueva. No tengo más planes que eso. Hace unos días, un amigo mío me contó que tiene pensado irse de viaje por algunos años. Como él, me gustaría decir que lo único que tengo en preparación son las valijas.

La entrevista entera está en el último número de la Revista Plebella.

miércoles, febrero 11, 2009

Préstamos

Deseando morir

Ya que lo preguntas, la mayor parte de los días no puedo
---------------------------------------/ recordar.
Camino vestida, sin marcas de ese viaje.
Luego la casi innombrable lascivia regresa.

Aun entonces no tengo nada contra la vida.
Conozco bien las hojas de hierba que mencionas,
los muebles que pusiste bajo el sol.

Pero los suicidas tienen un lenguaje especial.
Como los carpinteros, quieren saber con qué herramientas.
Nunca preguntan por qué construir.

Dos veces me afirmé con sencillez,
poseí al enemigo, devoré al enemigo,
incorporé su destreza, su magia.

De este modo, grave y pensativa,
más tibia que el aceite o el agua,
descansé, babeando por el agujero de mi boca.

No se me ocurrió exponer mi cuerpo a la aguja.
Hasta la córnea y la orina sobrante se perdieron.
Los suicidas ya traicionaron el cuerpo.

Nacidos sin vida, no siempre mueren,
pero deslumbrados no olvidan una droga tan dulce
que hasta los niños mirarían con una sonrisa.

¡Empujar toda esa vida bajo tu lengua!
eso sólo se convierte en una pasión.
La muerte es un hueso triste, golpeado dirías,

y sin embargo ella me espera, año tras año,
para reparar con delicadeza una vieja herida,
para liberar mi aliento de su prisión maligna.

Balanceándose allí, a veces se encuentran los suicidas,
rabiosos ante el fruto, una luna inflada,
dejando el pan que confundieron con un beso
dejando la página del libro abierto con descuido
algo sin decir, el teléfono descolgado
y el amor, o lo que haya sido, una infección.

Anne Sexton

Wanting to die

Since you ask, most days I cannot remember/ I walk in my clothing, unmarked by that voyage./ Then the almost unnameable lust returns.// Even then I have nothing against life./ I know well the grass blades you mention,/ the furniture you have placed under the sun.// But suicides have a special language./ Like carpenters they want to know which tools./ They never ask why build.// Twice I have so simply declared myself,/ have possessed the enemy eaten the enemy,/ have taken on his craft, his magic.// In this way, heavy and thoughtful,/ warmer than oil or water,/ I have rested, drooling at the mouth-hole.// I did not think of my body at needle point./ Even the cornea and the leftover urine were gone./ Suicides have already betrayed the body.// Still-born, they don't always die,/ but dazzled, they can't forget a drug so sweet/ that even children would look on an smile.// To thrust all that life under your tongue!/ that, all by itself, becomes a passion./ Death's a sad bone; bruised, you´d say,// and yet she waits for me, year after year,/ to so delicately undo an old wound,/ to empty my breath from its bad prison.// Balanced there, suicides sometimes meet,/ raging at the fruit, a pumped-up moon,/ leaving the bread they mistook for a kiss,/leaving the page of the book carelessly open,/ something unsaid, the phone off the hook/ and the love, whatever it was, an infection.

Traducción de Griselda Garcia

lunes, febrero 09, 2009

No te bebas el agua

“La verdad es que nunca sabes lo que quieres. Crees que quieres un determinado tipo de persona, y luego conoces a alguien que no tiene nada de lo que querías, pero por alguna razón inexplicable te enamoras de él.”

Dice Susan, personaje de No te bebas el agua, la primera obra de teatro de Woody Allen

viernes, febrero 06, 2009

Recapitulando

Cerró el Cosmos. Supuestamente queda abierto para funciones especiales pero no es lo mismo. Son de esas noticias que te golpean, que provocan un pequeño espasmo en el estómago. Y hoy (no se porque pero la Ñ me llegó un día antes) leyendo la agenda veo que un compañero de teatro que no veo hace años está dirigiendo una obra. Me dio ganas de ir a verla, pero más que nada para verlo a él, ver en que anda. Era una persona muy particular me acuerdo, de esas que uno no se olvida.

Volver es raro, cuesta aterrizar. Ayudan las películas que uno ve entre semanas (tocó Paranoid Park, de Gus Van Sant y El inquilino, de Polanski), las cenas con amigos, las muestras a las que fui, las que todavía tengo que ir, una probable mudanza, terminar la traducción, etc.

Ayudan, pero no es lo mismo.

miércoles, febrero 04, 2009

Ay, como devoro con hambre el placer de la revuelta

Como un hombre que mira por la ventanilla un paisaje de lenta desviación, así, pasan mis días.
Cambiaría tanto por tan poco: unas horas más de sueño, que se arregle el calefón, vivir en un departamento antiguo.

Descalza en una alfombra un poco vieja, soy la que mira con insistencia pasar las horas del reloj. ¿Y si tuviese en la mano un instrumento cursi para matar? El esmalte de uñas ya está seco, percudido. Pleno verano y yo con medias de nylon color verde. ¿Existe alguna humillación más plástica?

Las sábanas se derraman en la memoria de aquellas horas que no fueron. Con sólo empujarla – dijo – la puerta se cierra.

Las uñas se quedan en el pudor de un camisón demasiado escotado; la lengua como una sed por aguardiente de caña. El desastre ocurrió solo en las horas impares y en aquella noche en que tuvimos una discusión teórica.

No es poco ser olvidada ... Tantos pliegues y aún, concibo la muerte como algo solitario.
Lo que esconde la noche son pedazos de retórica perdidos en las sábanas. Me enseñaron que la palabra pezón, en alemán, es una mala palabra. ¿Qué olvidar? Estuve en otra parte, estuve en la mente de un piromaniaco.

¿Me querías pudorosa? ¿Me querías obscena? Hay cosas que suceden tan rápido.
El paisaje se va deformando y ya no queda forma humana posible.

Fuimos demasiado lejos, quisimos ir hacia los extramuros del mundo pero nos quedamos de este lado. Lo poco que tengo para decir pareciera escribirse en un lenguaje antiguo, en desuso.

No confío en el pudor, no confío en el verde de los manglares.

Cambio mis horas de sueño por un recuerdo cinematográfico: el olor a humedad de las minas de azufre, una desviación de tu voz encerrada en el contestador automático.

Todavía admiro como sucede una formación de lava, toso si aspiro el humo de unos cigarrillos sin filtro y me parecen ásperas las sábanas de los cuartos alquilados.

Estoy para los grandes acontecimientos.

lunes, febrero 02, 2009

Cómo tratar lo que se tiene

En el viaje perdí mi cuaderno. Era una libreta roja, espiralada, que me había regalado M. Tenía cosas escritas de cuando había viajado a Chile y algunas frases sueltas que anoté mientras leía Revelación de un mundo, de Lispector. Creo que incluso había anotado un par de mails de personas que conocí.

En el momento no me molestó tanto perder el cuaderno. Venía de un diciembre intenso, y era como la pieza que faltaba para cerrar el círculo. Casi casi que sabía que algo así me podía pasar.

Hoy estoy releyendo las crónicas de Lispector mientras anoto las frases en la computadora. Tiene menos mística, pero por lo menos me aseguro de que no se pierdan. Veo entonces como hay cosas que sí se pueden recuperar. Siempre me intrigo si existe un orden del universo que hace que sólo algunos cosas se recuperen.
Con respecto a lo que había escrito, creo casi esotéricamente que si era algo importante se me va a volver a ocurrir. Sino, se perderá como el resto de las cosas que uno termina tirando.

Me acuerdo de la anécdota en donde Valery le pregunta a Einstein si él anotaba sus ideas y Einstein le responde: si tengo una idea genial, no me la olvido.
Yo, por ahora, sigo usando papel.