viernes, febrero 13, 2009

Fetichismos

Quizá es una consecuencia de la modernidad el hecho de realizar entrevistas.

Si bien la crítica literaria contemporánea dictaminó la Muerte del autor ocurre que hay una especie de fetichismo terrible hacia el "autor" de una obra que nos fascina, a tal punto que acaban de editar en inglés un libro que funciona como especie de inventario de todo lo que le interesaba a Benjamin.

Es rara esa necesidad de saber si el autor escribe a mano o a máquina, si tiene ritos de escritura, si corrige mucho, poco; como si tuviéramos una necesidad (inconsciente, por supuesto) de “apropiarnos” del autor, como si sintiéramos que el texto por sí solo no fue suficiente.

Algo un poco paradójico ya que la necesidad de “corporizar” al autor, el “deseo” de realizar una entrevista fue engendrado por la fascinación que ejerció el texto.

Ya es bastante obvio la fascinación que ejerció Con gusano sobre mi. (Como decía acá y acá). Así que pego fragmentos sueltos de la entrevista que le hice a Eduardo Ainbinder el año pasado.

¿Pensás que las cosas son distintas a cuando eras joven?. Por ejemplo, ¿creés que los jóvenes tienen un excesivo apuro por mostrar sus textos?

EA: ¿Cómo, ya no soy un joven? Creo que sin quererlo firmaste mi certificado de defunción. ¿Qué voy a hacer ahora? Bueno… que me excusen entonces si ya no voy a poder participar en la última, última antología de poetas en pantalón corto. Si, creo que los jóvenes tienen demasiado apuro, demasiada ansiedad, no solamente en mostrar sino en publicar lo que escriben. Esto creo que pasó antes y pasará siempre. No es un problema exclusivo de lo que pasa ahora y ni siquiera es exclusivo de los jóvenes. Aunque supongo que ahora está potenciado por los blogs, las ediciones independientes, las ediciones de autor, etc.

En El motivo es el poema Girri decía “Poetas atraídos por la ironía. Parten de que, obre uno como obre, la ironía es casi el recurso por antonomasia para ubicar las situaciones en sus genuinas perspectivas” ¿Cómo te situás frente a esta afirmación? Inclusive quizá más que la ironía en tu poesía funciona el sarcasmo, o el cinismo. Te parece que a veces el sarcasmo es más productivo para inducir al pensamiento que otro tipo de reflexiones?

En cierto momento de mi vida podía compartir la frase de Girri. Ahora, creo que los poemas del libro están aquejados, lamentablemente, por lo que un poeta ruso llamaba la enfermedad de la ironía. La ironía no puede ni debe ser excluyente. El sarcasmo sirve para pegar el portazo o dar la patada de elefante con relación a situaciones que nos desagradan, pero por si sólo no alcanza. Puede ser que en el momento de escribir los poemas haya pensado lo que vos afirmas. Ahora creo que el poema debe incluir otros elementos, sino todo se vuelve muy pobre, muy unidireccional.

Podría decirse que tu libro tiene un resabio kafkiano, ¿vos lo ves así también? Incluso también está la marca de un poeta como Girri, que aparece como epígrafe de tu primer plaqueta. ¿Reconocés su influencia? ¿Qué cosas te interesan de él? ¿De cuáles te distanciás?

El único resabio kafkiano que puedo llegar a tener son mis orejas. Por lo demás nunca fui un gran lector de Kafka. Lo que leí de él me parece casi humorístico. Cada vez que tengo oportunidad de releer “Ante la ley” o si recuerdo el comienzo de La metamorfosis, me muero de risa. Esos rasgos humorísticos y ese extraordinario poder de invención no lo encuentro en mi poesía. En cuanto a Girri, reconozco su influencia en el primer poema del libro y a lo sumo dos poemas más. Pero sólo se debe que a veces cuando estaba en la resolución de esos poemas, pensaba: esto habría que rematarlo de manera girriana, sería lo más apropiado. Me interesa la idea de un poema corto, de máxima concentración, casi con la tirantez de un soneto, pero algo más largo, con un poco más de libertad, aunque no demasiada. Lo que me interesa de Girri, es que nada en el poema es gratuito, uno puede ver en su poesía una inteligencia en acción, un plan. Casi nunca en su poesía uno puede decir; ¿cómo, esto era todo? Claro que a veces su inteligencia le juega en contra y el poema es sólo la puesta en escena de una idea o la conjunción de varias y no llegan a conformar un hecho poético. O digamos que a uno no lo convence. El poema tiene todo para serlo pero no llegar a serlo por una especie de encandilamiento que al poeta le produce su propia inteligencia. Eso hace que tome distancia de él y salga a buscar otros elementos; el humor, la gracia, cierta delicadeza, la emoción, que para mi están indisolublemente ligados a la poesía. Girri pensaba que la poesía era una especie de género superior. Yo no creo eso. Por supuesto la ambigüedad y la síntesis que logra la poesía puede llegar a ser inigualable, pero de otros géneros se obtienen otros destilados que uno no encuentra en la poesía.

¿Estás preparando un próximo libro? ¿Podes adelantar algo sobre el?

Cada vez que iba a lecturas de poesía me hacía gracia las presentaciones a los poetas o de ellos mismos diciendo: “y ahora voy a leer unos poemas inéditos”. Siempre me gustó mucho la idea del poeta ocasional, algo que quizá está en un escalón más bajo todavía que la del poeta menor. Quiero decir, el hecho de que haya escrito poesía durante todos estos años, no sé si quiere decir vaya a seguir escribiendo, por lo menos con la misma intensidad. Quizá dentro de algunos años reedite el mismo libro, un poco más desplumado, y con el agregado de alguna serie nueva. No tengo más planes que eso. Hace unos días, un amigo mío me contó que tiene pensado irse de viaje por algunos años. Como él, me gustaría decir que lo único que tengo en preparación son las valijas.

La entrevista entera está en el último número de la Revista Plebella.