Anécdotas navideñas
Juan (4 años) : Que se haga de noche.
Yo: ¿En serio?
Juan (con ojos pícaros) : Sí sí, quiero que se haga de noche, que se vaya el sol y venga la noche.
4 años y ya parece Caicedo. Mientras tanto, dos citas de Que viva la música:
“Cada vida depende del rumbo que se eligió en un momento dado, privilegiado. Quebré mi horario aquel sábado de agosto, entré a la fiesta del Flaco Flores por la noche. Fue, como ven, un rumbo sencillo, pero de consecuencias extraordinarias.”
No sé porque me fascinan esas frases donde todo parece que depende de un momento único. La literatura que trabaja la fatalidad como algo inevitable, como la narrativa de Pauls.
“Uno es una trayectoria que erra tratando de recoger las migajas de lo que un día fueron nuestras fuerzas, dejadas por allí de la manera más vil, quién sabe en donde, o recomendadas (y nunca volver por ellas) a quién merecía tenerlas. La música es la labor de un espíritu generoso que (con esfuerzo o no) reúne nuestras fuerzas primitivas y nos las ofrece, no para que las recobremos: para dejarnos constancia de que allí todavía andan, las pobrecitas, y que yo les hago falta. Yo soy la fragmentación. La música es cada uno de esos pedacitos que antes tuve en mí y los fui desprendiendo al azar. Yo estoy ante una cosa y pienso en miles. La música es la solución a lo que yo no enfrento, mientras pierdo el tiempo mirando la cosa: un libro (en las que ya no puedo avanzar dos páginas), el sesgo de una falda, de una reja. La música es también, recobrado, el tiempo que yo pierdo.”
Etiquetas: Juan