jueves, mayo 26, 2011

El viernes


Viene Enrique Winter, un amigo chileno de visita, a presentar su libro Rascacielos. Copio dos poemas del libro.

EL PISO SUCIO Y LA LUZ PRENDIDA

Ningún servicio es tan básico, ni la luz ni el agua
y si de noche la ciudad pestañea sus brillos
tanto mejor se ve a oscuras. El ojo se acostumbra a todo.
El viaje en bus durará algunos meses
se habituará a dormir sentado, al pan con jamón y al café,
a ser discreto como un lago
y no como esta lluvia sobre el techo de cinc.
Un poco de baba sobre la almohada
que diga “aquí durmió”
repetirá temas siempre variables
como el clima y su opinión del país extranjero,
porque usted está en contra de la belleza que se note
―que parezca agarrable como un plato:
Miguel lava su auto en un pasaje
de Lima, Monterrey o de Santiago,
su esposa es güera o rubia como un sable.―
El bus, en cambio, es un país donde están de paso todos,
un poco trasnochados y malolientes
donde nadie hace el amor ni en los asientos ni en los baños.

ANDRÉS, LOS PECES CAMBIAN DE NOMBRE CUANDO LOS PESCAN

He comenzado a valorar la prudencia burguesa
cuando alojo en la casa de mi novia
con los carretes del vecino, la radio a máximo volumen,
las peleas, la tele que no apagan,
sobre todo las risas que se oyen al frente.

En mi casa materna hay silencio,
no venden leche ni matraca el gas.

Me reí mucho cuando un ex compañero de colegio
interrumpió mi baile para decir que siempre quiso
darle a mi ex. En otro sitio habría
que pegarle. Los más pobres se ofenden
si no ofrezco los puños. Si no los llamo juran ley del hielo

Como éste es facho, brindaría si al fin le confesara:
todos los resentidos que conozco
se enamoran
de la primera cuica que los pesca.