El kitsch político
Transcribo un fragmento de uno de los libros que me regalaron para mi cumpleaños El kitsch político, de Martín Plot:
“Propondremos entender al orden de la cultura como un orden de advenimiento. Esta asunción implica que tanto la cultura política como las prácticas estéticas comparten una forma general, es decir, son isomórficas en su manera de actuar sobre sí mismas mediante la irrupción de lo nuevo o sin precedentes.
...
En su Fenomenología de la Percepción, Merlau-Ponty, para poder ilustrar su idea “expresión”, cita a Cezzane, quien cuenta una historia acerca de su relación con la pintura. Toda su vida él había tratado de pintar una imagen que Balzac describe en su Piel de zapa y que dice así “un mantel blanco, como una capa de nieve que ha caído plácidamente y sobre la cual se levantaban simétricamente los platos coronados de pequeños panes dorados.”
Según cuenta Merlau-Ponty, Cezzane decía :
“Toda mi juventud he querido pintar eso, ese mantel de nieve fresca... Ahora sé que solo hay que querer pintar de que: “se levantaban simétricamente los platos” y “los pequeños panes dorados”. Si pinto “coronados”, estoy loco, ¿comprendes? Y si, realmente, equilibrio y matizo mis platos y mis panes como en la naturaleza, podréis estar seguros que las coronas, la nieve y todo el temblor estarán ahí.”
Pintar coronados es arruinarlo todo. Pintar los panes y los platos coronados sería incluir en el acto de pintar lo que es ineludiblemente una capacidad de los espectadores: la atribución de final de sentido de la obra.
El kitsch se convierte en un problema político cuando opciones ofrecidas a la mirada pública olvidan la lección que nos diera Cezzane y tratan de pintar “coronados” en vez de “pequeños panes dorados”
“Propondremos entender al orden de la cultura como un orden de advenimiento. Esta asunción implica que tanto la cultura política como las prácticas estéticas comparten una forma general, es decir, son isomórficas en su manera de actuar sobre sí mismas mediante la irrupción de lo nuevo o sin precedentes.
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En su Fenomenología de la Percepción, Merlau-Ponty, para poder ilustrar su idea “expresión”, cita a Cezzane, quien cuenta una historia acerca de su relación con la pintura. Toda su vida él había tratado de pintar una imagen que Balzac describe en su Piel de zapa y que dice así “un mantel blanco, como una capa de nieve que ha caído plácidamente y sobre la cual se levantaban simétricamente los platos coronados de pequeños panes dorados.”
Según cuenta Merlau-Ponty, Cezzane decía :
“Toda mi juventud he querido pintar eso, ese mantel de nieve fresca... Ahora sé que solo hay que querer pintar de que: “se levantaban simétricamente los platos” y “los pequeños panes dorados”. Si pinto “coronados”, estoy loco, ¿comprendes? Y si, realmente, equilibrio y matizo mis platos y mis panes como en la naturaleza, podréis estar seguros que las coronas, la nieve y todo el temblor estarán ahí.”
Pintar coronados es arruinarlo todo. Pintar los panes y los platos coronados sería incluir en el acto de pintar lo que es ineludiblemente una capacidad de los espectadores: la atribución de final de sentido de la obra.
El kitsch se convierte en un problema político cuando opciones ofrecidas a la mirada pública olvidan la lección que nos diera Cezzane y tratan de pintar “coronados” en vez de “pequeños panes dorados”
Etiquetas: Regalos
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