Si pudiera partirme en dos...
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Mañana jueves, en el Konex, el integrante de El Periférico de Objetos propone un experimento sobre el poema Aullido de Allen Ginsberg
Hace años que Emilio García Wehbi –director, entre tras, de la última versión de Woyzeck– transita un espacio de indagación performática. Lo hizo, entre otras experiencias, a través del proyecto El matadero que el próximo jueves, en Ciudad Cultural Konex, tendrá su quinta y única representación. Esta vez el trabajo se basa en Aullido , de Allen Ginsberg, texto emblemático de la generación Beatnik.
Wehbi propone un cruce entre la perfomance y el concepto del "teatro total" de Antonin Artaud ( la unión de todos los medios posibles para atacar a los sentidos y lograr así la caída de las máscaras de actores y espectadores). "No trabajo con elementos puros sino que busco una zona de hibridación entre el teatro y el concepto de perfomance –dice Wehbi–. Aquí lo perfomatico, es decir, lo accidental, lo inesperado, coyuntural y vivencial que sucede en el aquí y ahora , convive con lo prefabricado, lo ensayado. Creo que la situación perfomática es más democrática que el teatro. El perfomer no sabe qué va a pasar ni posee una información sobre lo sucede, por eso no tiene ni ejerce poder sobre el espectador".
El matadero , que se inició en el 2005 con algunos intérpretes de la obra Open House , una residencia con actores del IUNA dirigida por Daniel Veronese, se inspiró tangencialmente en el texto de Esteban Echeverría y también en experiencias de la antipsiquiatría. Una poética de la enfermedad que tejió con cada perfomance, en su contenido y en el desarrollo, la dicotomía entre salud y enfermedad; belleza y fealdad. En sus diferentes ediciones, El matadero tuvo una ambiciosa caterva de referencias literarias: Paul Celan, Robert Burton, Héctor Viel Temperley, Walt Whitman y Robert Walser, entre otros.
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