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Publicado en enfoques, el domingo
"¿Y tú me lo preguntas? Poesía eres tú". No sólo ella. También nosotros. La poesía es el secreto mejor guardado del mundo. No es privativa de elegidos, arúspices o príncipes. Es el más natural fruto humano y le viene dado por el árbol de la palabra. Que no se lo distinga es otro tema. La poesía no está más allá (como se cree) sino más acá. Bien acá. En cada habitante del planeta. Que no se la advierta, no se la ejerza, no se la impulse, es otro asunto. Pero en cada ser que rueda por la Tierra hay un poeta en potencia. Cada hombre, cada mujer, contienen mitología suficiente para embellecer de sentido la especie entera. Salvo unos pocos (digamos ocho, para entendernos), los más, del país y la cultura que sean, tienen claro el camino que sueñan tome de una buena vez la historia del mundo. Invítese en la calle al ciudadano que sea a responder un cuestionario crucial sobre la especie. La mayoría se inclinará por un armónico proyecto colectivo. Pondrá al caballo delante del carro y no al revés, como lo viene haciendo desde siempre una minoría fatal (digamos, para entendernos hoy, los ocho). Sin tapujos, con discurso obsceno que reitera prepotente, el Grupo ejecuta el plan devastador que le dictan los mercaderes de armas, drogas y alimentos del planeta. Los ocho del Grupo (y sus megapadrinos) tienen la ventaja de saber que no son ni quieren ser poetas. Y obran en consecuencia. Y así nos va a los 6000 millones de poetas que ignoramos serlo. Este símil puede ser visto como una teoría bobalicona de interpretar el mundo. Es lógico. Los mentados ocho, quizás 800, tal vez 8000 mandamás que producen el sentido de la historia, bien que se ocupan de eclipsar lo esencial, revertir los símbolos y blanquear cerebros por generaciones. Pero no hay modo de tapar el Sol. Siempre habrá una voz dando aviso. "Soy como dioses y no os dáis cuenta", advertía San Pablo. Es que por estar hechos de palabras (las que dicen y las que hacen) todos los humanos son poetas latentes y potentes. De que ignoren se han ocupado los sucesivos pícaros que en el mundo han sido, desde que lo es. Algo no distinto de lo que Ovidio decía en su tiempo de los campesinos: "Que felices serían si supieran que son felices". Veinte siglos después, Cintio Vitier (poeta católico cubano) acota en luminoso verso breve la dicotomía esencial de la fábula terrestre: "Sólo hay dos cosas: comercio y poesía". Para desgracia de esta sofocada narración del mundo, quienes alzan tenderetes pesan más que los que cantan a la rosa. Insiste la tradición en repetir que de poetas y de locos todos tenemos un poco. Gran embeleco que habrá que sincerar pues todos tienen mucho y poetas pueden serlo todos. Se trata de vivir con pasión cada instante del mundo o con igual pasión el lenguaje que lo exprese. No hay definición que atrape a la poesía. Ella vuela más ligero que las palabras. Está la muy remota de la propia Safo, quien dijo que ser poeta es tejer palabras. Y de acuerdo a quien lo haga serán "comercio" o "poesía" lo que motive y encienda el sentimiento de la gente. No es casual (y ésta es para Semana la noticia de la semana) que el éxito como orador de Barack Obama se deba en gran parte a que es un poeta (Jon Favreau) quien "teje" la base de los discursos sobre los que Obama improvisa y no un publicitario comercial, como es práctica. (Y pensar que Platón pedía echar a los poetas de su República por ser "políticamente incorrectos".)
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"El poema es la única noticia que permanece noticia" (Ezra Pound).
Por Esteban Peicovich
"¿Y tú me lo preguntas? Poesía eres tú". No sólo ella. También nosotros. La poesía es el secreto mejor guardado del mundo. No es privativa de elegidos, arúspices o príncipes. Es el más natural fruto humano y le viene dado por el árbol de la palabra. Que no se lo distinga es otro tema. La poesía no está más allá (como se cree) sino más acá. Bien acá. En cada habitante del planeta. Que no se la advierta, no se la ejerza, no se la impulse, es otro asunto. Pero en cada ser que rueda por la Tierra hay un poeta en potencia. Cada hombre, cada mujer, contienen mitología suficiente para embellecer de sentido la especie entera. Salvo unos pocos (digamos ocho, para entendernos), los más, del país y la cultura que sean, tienen claro el camino que sueñan tome de una buena vez la historia del mundo. Invítese en la calle al ciudadano que sea a responder un cuestionario crucial sobre la especie. La mayoría se inclinará por un armónico proyecto colectivo. Pondrá al caballo delante del carro y no al revés, como lo viene haciendo desde siempre una minoría fatal (digamos, para entendernos hoy, los ocho). Sin tapujos, con discurso obsceno que reitera prepotente, el Grupo ejecuta el plan devastador que le dictan los mercaderes de armas, drogas y alimentos del planeta. Los ocho del Grupo (y sus megapadrinos) tienen la ventaja de saber que no son ni quieren ser poetas. Y obran en consecuencia. Y así nos va a los 6000 millones de poetas que ignoramos serlo. Este símil puede ser visto como una teoría bobalicona de interpretar el mundo. Es lógico. Los mentados ocho, quizás 800, tal vez 8000 mandamás que producen el sentido de la historia, bien que se ocupan de eclipsar lo esencial, revertir los símbolos y blanquear cerebros por generaciones. Pero no hay modo de tapar el Sol. Siempre habrá una voz dando aviso. "Soy como dioses y no os dáis cuenta", advertía San Pablo. Es que por estar hechos de palabras (las que dicen y las que hacen) todos los humanos son poetas latentes y potentes. De que ignoren se han ocupado los sucesivos pícaros que en el mundo han sido, desde que lo es. Algo no distinto de lo que Ovidio decía en su tiempo de los campesinos: "Que felices serían si supieran que son felices". Veinte siglos después, Cintio Vitier (poeta católico cubano) acota en luminoso verso breve la dicotomía esencial de la fábula terrestre: "Sólo hay dos cosas: comercio y poesía". Para desgracia de esta sofocada narración del mundo, quienes alzan tenderetes pesan más que los que cantan a la rosa. Insiste la tradición en repetir que de poetas y de locos todos tenemos un poco. Gran embeleco que habrá que sincerar pues todos tienen mucho y poetas pueden serlo todos. Se trata de vivir con pasión cada instante del mundo o con igual pasión el lenguaje que lo exprese. No hay definición que atrape a la poesía. Ella vuela más ligero que las palabras. Está la muy remota de la propia Safo, quien dijo que ser poeta es tejer palabras. Y de acuerdo a quien lo haga serán "comercio" o "poesía" lo que motive y encienda el sentimiento de la gente. No es casual (y ésta es para Semana la noticia de la semana) que el éxito como orador de Barack Obama se deba en gran parte a que es un poeta (Jon Favreau) quien "teje" la base de los discursos sobre los que Obama improvisa y no un publicitario comercial, como es práctica. (Y pensar que Platón pedía echar a los poetas de su República por ser "políticamente incorrectos".)
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"El poema es la única noticia que permanece noticia" (Ezra Pound).
Por Esteban Peicovich
Need opinions please....
4 Comments:
Es una nota miope. La poesía es, ante todo, lenguaje en movimiento, en mutación, una forma de energía. La energía sirve tanto para dar calor a un friolento como para destruir una ciudad, digamos, Hiroshima o Bagdad.
Siempre desconfié de esa especie particular de optimistas que olvidan el poder destructivo de los impulsos humanos. Son los que dejan escapar los lobos para que después vengan a comernos a la noche. La poesía también puede ser un arma, y la humanidad parece haberlo entendido bastante bien por siglos.
Por cierto, Obama no me cae, por el momento, ni bien ni mal, no tengo herramientas para juzgarlo.
Hola, me pasaron el link de tu blog, y lo primero que leí fue esta nota, así que te saludo y doy mi opinión en un solo movimiento:
Me parece que la nota peca más de hueca que de miope. Es decir, me fijo principalmente en esa frase recurrente que dice algo así como que dentro de todos hay un poeta. Cosa que de por sí no es para nada original (de poeta y de loco, todos tenemos un poco). El asunto es que, como lo veo yo, se sugiere que todos tenemos el potencial de hacer poesía dentro, y se acompaña esta idea con la siguiente frase: "Que no se la advierta, no se la ejerza, no se la impulse, es otro asunto."
Y ahí es donde salta la ficha del conflicto. Porque, a mi humilde gusto y entender, el escritor (así como el pintor, el músico, el albañil o el mecánico) califica como tal en el ejercicio de su profesión. La escritura cuesta laburo, demanda tiempo y energía, y es necesario mucho (MUCHÍSIMO) más que un latido potencial supuestamente compartidos por todos.
Es decir, del mismo modo yo puedo argumentar que todos somos potenciales astronautas. Y que bajo los estímulos y condiciones económicas propicias, cualquier ser humano puede ser un astronauta. O un decorador de interiores. O un mimo (Dios no lo permita).
En resumidas cuentas, creo que decir que dentro de todo ser humano hay un poeta devalúa todo el trabajo de aquellos que sentamos el culo a pelearnos con la métrica, a juntar palabras que más o menos suenen parejas, que midamos los acentos entre sí, etc.
Mi postura no intenta ser elitista, porque acepto y comparto que no hay que ser un ente especial tocado por la voluntad y gracia divina para escribir. Más bien es una postura... casi gremial, defendiendo lo fáctico del momento de creación y elaboración poética.
¿Qué te parece?
Un saludo,
Juan.
Atenea: muchas gracias por tu opinión...y coincido en que por ahora, tampoco puedo decir mucho de Obama.
Juan Manuel: soy chusma, muy. ¿Quién te pasó el link? ¿Alguién que conozco?
algunas cosas que decis son muy interesantes, muchas gracias, y espero vuelvas por aca
Soy un amigo de Don Rufián. Hacés bien en ser chusma... y en escuchar Radiohead.
¡Saludos!
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