Un post inconcluso
Ayer fui a la presentación del libro de Leonor Silvestri, en Fedro; libro sobre el cual estoy preparando una reseña para El Interpretador. La presentación estuvo buena, había un tipo que tocaba el violín y después se leían los poemas y así sucesivamente.
A mí, el violín, es algo que me puede, no se porqué. Quizá porque en otra vida me hubiera gustado saber tocar el violín. Quizá porque esa música me llega de otra forma, me toca las entrañas, y en esto quizá coincido con vos Lu, vos que lees mi blog para odiarlo pero que sin embargo no dejas de leerlo, sadomasoquismo moderno lo llaman.
Y cuando estaba en el colectivo yendo para allá vi que Me darás mil hijos, una de mis bandas preferidas, tocaban el jueves para presentar su nuevo disco Aire. Una simple mirada a un cartel me dejó pasmada. Porque el aire es algo que está muy presente en mi vida, y en mi poética. Pero a la vez, es algo que está presente cuando falta. Dijo Leonor en su libro “Pero quien no haya tenido gatos no puede entendernos, lindo” y yo digo: Quién no haya sentido el ahogo aunque sea por una vez en su vida nunca podrá entender lo que es esa sensación de quedarse sin aire.
Entiendo toda esa cháchara barata que explica que los niños con asma, o, para minimizarlo un cacho, con hiperreactividad bronquial son niños que sufren, bla bla bla bla bla bla. Y a la vez quizá ese neohippismo a mí me sirvió porque me curé con homeopatía. Porque mis episodios de asma comenzaron cuando mis papás se separaron (por octava vez debería decir) a eso de mis catorce años. Y así como empezaron se fueron, duraron poco, pero dejaron huella. Como alguien que tuvo La culebrilla; hay sensaciones que no se borran.
Porque el domingo en el cumple de Luisa, Pedro tocó una canción cuya letra era “Hoy me llamás y me contás que no podés hacer nada de nada, que te asustás de lo que pensás, que una y otra vez recaés.” Y yo me acordé del día ese que me agarró el ataque de pánico o de ansiedad; en realidad tan típico de la cultura trash moderna. Y la canción tenía un estribillo pegadizo que decía “Pará, no, no puede ser así, estás hiperventilando, te estás adelantando a lo que no va a venir.”
Y yo me vuelvo a acordar de ese día, de ese día que funcionó como un llamado de auxilio donde le estaba diciendo a mi mamá: Yo no puedo cuidar más de vos, necesito que vos cuides de mí. Con ese tono que solo pueden tener los niños que es el que estoy tratando de buscar ahora que escribo mis poemas, porque estoy tratando de pensar en la niña que fui, la niña que no entendía que la locura tenía un nombre. Porque así como en la reseña que hice para No retornable, del libro Carneada, de Soledad Castresana, en un momento hablé de que veía en sus poemas la enuncianción de “una sexualidad latente pero todavía no desarrollada o, al menos, que no se puede procesar intelectualmente”, a mí me pasaba eso con los ataques que yo veía que tenía mi mamá.
Y yo me vuelvo a acordar de ese día, de ese día que funcionó como un llamado de auxilio donde le estaba diciendo a mi mamá: Yo no puedo cuidar más de vos, necesito que vos cuides de mí. Con ese tono que solo pueden tener los niños que es el que estoy tratando de buscar ahora que escribo mis poemas, porque estoy tratando de pensar en la niña que fui, la niña que no entendía que la locura tenía un nombre. Porque así como en la reseña que hice para No retornable, del libro Carneada, de Soledad Castresana, en un momento hablé de que veía en sus poemas la enuncianción de “una sexualidad latente pero todavía no desarrollada o, al menos, que no se puede procesar intelectualmente”, a mí me pasaba eso con los ataques que yo veía que tenía mi mamá.
Y se que me estoy arrepintiendo de estar escribiendo esto, porque se me fue de las manos esto del blog, porque ahora ya no se quien lo lee. Y porque esa paradoja de poner algo íntimo para que lo lea todo el mundo a mí no me va.
Mi blog es un conjunto de superficialidades y textos inútiles, de publicidades de eventos, de autobombo, de prosa de oficina, pero dejé de poner lo que me pasaba. Porque me daba vergüenza. A la vez que entendí que para escribir tengo que dejar de crear juegos con el lenguaje y hablar de manera simple, porque lo que importa es sí tenés algo para contar. Y yo siempre tuve algo para contar pero a algunas cosas les huía, y entonces las trabajaba de manera intelectual, y ahora eso ya no me va. Basta de metonimias, basta de espirales que se acercan y se alejan del significado pero nunca lo reponen del todo.
Y entonces surge la duda, inevitable: ¿Debería dejar el blog? ¿Me es útil el blog?
Mi blog es un conjunto de superficialidades y textos inútiles, de publicidades de eventos, de autobombo, de prosa de oficina, pero dejé de poner lo que me pasaba. Porque me daba vergüenza. A la vez que entendí que para escribir tengo que dejar de crear juegos con el lenguaje y hablar de manera simple, porque lo que importa es sí tenés algo para contar. Y yo siempre tuve algo para contar pero a algunas cosas les huía, y entonces las trabajaba de manera intelectual, y ahora eso ya no me va. Basta de metonimias, basta de espirales que se acercan y se alejan del significado pero nunca lo reponen del todo.
Y entonces surge la duda, inevitable: ¿Debería dejar el blog? ¿Me es útil el blog?
Porque una vez que logré un espacio de difusión no lo aprovecho porque en el blog solo escribo pelotudeces. Entonces asumo el rol de gestora cultural, promociono el ciclo, eventos, etc. Pero un texto pensado, no hay. Y cuando empecé el blog esos sí estaban quizá. Ahora ya no.
Pero no voy a dejarlo. Porque el divismo no me va. Se que si lo dejase en algún momento recaería, como la canción de Calamaro que dice “Me estás atrapando otra vez”. Y al escribir esto me acuerdo de la pregunta que se hace Arturo en Arturo y yo, libro que próximamente reeditará Vox, gran alegría para todos los que lo leímos a través de la página de Fogwill. "¿Debo escribir? O llorar, simplemente bajo el gentío de infantes y toda la chatarra enigmática de sus juguetes."
Y entonces vuelvo a pensar en el Aire, en el que una vez que me hice una carta natal la mina me repitió todo el tiempo “Cuidado con el aire”. En el que mi vida burguesa me asfixia. Donde demasiadas cosas asfixian. Porque cada tanto me agarran esos sueños ascetas de esos que tenía a los quince años de irme a un monasterio budista y vivir solamente con una túnica naranja, comer poco y no tener casi bienes materiales. Porque siempre viajé como una rata: dormía en sábanas de virulana, comía en mercados callejeros donde me intoxicaba, dormí en el piso de restaurantes, jugueterías, terminales de ómnibus, plazas, etc, viajé hacinada como ganado en micros, cargué mucho peso en la mochila sin pensar en las consecuencias fisiológicas para mi espalda y a pesar de todo era feliz. No me importaba nada.
Y ahora también soy feliz. Puaj, como odio la palabra felicidad. Porque es una palabra que conlleva en sí el intento de normalización, de que todos alcancemos un mismo estadio. Y me da mucho asco. Debería corregirme, quizá, Debería decir: No tengo angustia. Debería decir: Estoy donde quiero estar. Por ahora, al menos.
Pero no voy a dejarlo. Porque el divismo no me va. Se que si lo dejase en algún momento recaería, como la canción de Calamaro que dice “Me estás atrapando otra vez”. Y al escribir esto me acuerdo de la pregunta que se hace Arturo en Arturo y yo, libro que próximamente reeditará Vox, gran alegría para todos los que lo leímos a través de la página de Fogwill. "¿Debo escribir? O llorar, simplemente bajo el gentío de infantes y toda la chatarra enigmática de sus juguetes."
Y entonces vuelvo a pensar en el Aire, en el que una vez que me hice una carta natal la mina me repitió todo el tiempo “Cuidado con el aire”. En el que mi vida burguesa me asfixia. Donde demasiadas cosas asfixian. Porque cada tanto me agarran esos sueños ascetas de esos que tenía a los quince años de irme a un monasterio budista y vivir solamente con una túnica naranja, comer poco y no tener casi bienes materiales. Porque siempre viajé como una rata: dormía en sábanas de virulana, comía en mercados callejeros donde me intoxicaba, dormí en el piso de restaurantes, jugueterías, terminales de ómnibus, plazas, etc, viajé hacinada como ganado en micros, cargué mucho peso en la mochila sin pensar en las consecuencias fisiológicas para mi espalda y a pesar de todo era feliz. No me importaba nada.
Y ahora también soy feliz. Puaj, como odio la palabra felicidad. Porque es una palabra que conlleva en sí el intento de normalización, de que todos alcancemos un mismo estadio. Y me da mucho asco. Debería corregirme, quizá, Debería decir: No tengo angustia. Debería decir: Estoy donde quiero estar. Por ahora, al menos.
Otra de las mierdas de la prosa de oficina, me tengo que ir a trabajar, quedará el post inconcluso. Al menos por ahora...
11 Comments:
A mí tampoco me va el divismo.
A mí tampoco me van mucho algunas cosas de los blogs pero igual los leo. Odio mucho más a las palomas y las observo, sueño con ellas.
Iba a empezar diciendo que hay cierta causalidad entre la "asfixiante vida burguesa" y el hecho de dormir en estaciones de ómnibus y viajar hacinada,
pero no creo que sea muy pertinente.
Sí me va la "actitud Céline", y veo mucho de eso acá. En un buen sentido.
Y si decidís un día ir a un monasterio budista y ponerte una túnica naranja, avisame. Por ahí me dan ganas y te acompaño.
Nurit: me gustó el post, no me parece (solamente) prosa de oficina. Solamente le bajaría la solemnidad un poco. Ah, y lo de la "felicidad", no se si es tan normalizadora como te parece... habría que pensarlo...
(Ah, soy Germán... finalmente abrí un blog)
Me fui salteando partecitas, volví, retomé, vida de oficina o casi que le dicen. Me quedé pasmado por el nuevo disco de Me daras mil y la presentación!! Lindo!!
Me gustó la pispeada, supongo que volveré...
Modern Sado:
¿Así que soñas con las palomas?
Mucho Hitchcock me parece...
Gracias por lo de "actitud Céline", aunque quizá sea un elogio desmedido.
Por ahora, lo del monasterio está en ascuas, pero si sale, te cuento.
Gracias Cresto!
Bienvenido al mundo bloggero!!!!!
pd: No me parece que la "felicidad" sea normalizadora sino el concepto de felicidad.
Martín, gracias!!
volve, siempre serás bienvenido!
También me gusta mucho Me darás mil hijos, los fui a ver varias veces
nada se te fue de las manos,seguí amasando...y no odies la palabra felicidad, usala mucho (hasta ganarle a los publicistas)ojalá fuera un estado que nos hermanara: se acabarían las promesas.
che nurit, ahora que nos cruzamos en todos lados y llego a leer tu blog, no lo vas a dejar?
pedro canta lindo? tiene blog o algo?
el otro día te perdí de vista, N.
cuchame: ahora que terminó el cuatrimestre, pienso que sería prudente dejar de desencontrarse. solamente si te parece, claro.
saludos!
pd: no dejes de escribir el blog, es higiene mental y pharmakon cultural.
Nurit:
Qué buen post, qué jugado. El pánico no es trash. Quizás el nombre, sus usos, pero no el pánico mismo. Tampoco el asma.
(Mi sensación de "aire" se llama formoterol + budesonide para inhalar. ¡Basta de vahos de ambay y de eucalipto de hoja redonda!)
De paso te cuento: hay presentación en Rosario el 30/11.
Soliloquios, presente.
Número fijo: el poema del Che.
¿Vienen todos los Huesos de Jibia?
Saludos,
Es verdad niña, se acabarían las promesas...me gusta esa fe y esa utopía...
Marina: no voy a dejar, no podía. Internet gratis y tiempo libre en el laburo no me dejan. Finalmente nos cruzamos mucho pero nunca hablamos, la próxima nos debemos aunque sea 5 minutos, no?
Otras, o F.:
Es verdad, nos debemos el famoso encuentro, si te parece podria ser este martes, tipo 5 00 o 5 30, yo tengo q pasar por Puan a retirar una monografía a las 6 así que si querés avisame.
Xenia: Gracias por tu comentario del post.
Que bueno que haya presentación, pensé que no había, Walter me había dicho por mail que se había suspendido hasta el año que viene. Después te mando un mail y arreglamos!
dale, sí, la próxima cinco minutos, y un poco más también.
:)
besos!
Marina: dale, que sean más de cinco!!!
Pd: Pedro canta lindo, de hecho, tan lindo que va a tocar en el ciclo de La Manzana, para cerrar el año, el 14 de diciembre. Lo mejor son sus letras. Y no, no tiene blog.
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