En la superficie

Dicen que las segundas partes siempre son malas. Que la historia siempre se repite. Que uno debería aprender de los errores que cometió.

Ay, dicen tantas cosas, pero yo no escucho, me tapo los oídos como una nena y no escucho.

Estoy consumida. Apagada. Entre un título que no puedo elegir, un llamado que espero que no aparece, demasiados proyectos que se vuelven tangibles y me asustan, una cena con ajo que me cayó mal.

El otro día le dije a mi psicóloga que me daba culpa ser tan feliz.

Pero hoy, así como así, la tristeza me inundó.

Quizá yo dejé que entrara, yo abrí esa canilla y no la cerré del todo bien.
Y ahora gotea, gotea y yo me desarmo en cenizas, la veo fluir por mi cuerpo como un líquido verdoso y blancuzco hasta que huye por los poros pero no se va, y se queda en la superficie.